miércoles, 10 de junio de 2009

CUIDADO CON EL VOTO MALIGNO

Por: Raymundo Royo


Desde hace unos días algunos grupos de personas diversas han estado fomentando la idea de efectuar un voto de “castigo” en los próximos comicios electorales del cinco de julio, a través de acudir a votar anulando o invalidando el voto.

El principal argumento que se ha esgrimido por muchas de esas personas para llevar a cabo la acción de anulación del voto, estriba en pretender que quienes sean señalados como ganadores de la elección ocupen un espacio de funciones públicas dentro de un marco de ilegitimidad, como para que se den cuenta del cansancio del electorado de un sistema político lleno de ineptitud y corrupción; sin embargo, al respecto surgen diversas interrogantes que no aclaran quienes promueven la anulación del voto, ya que si la presunción de ilegitimidad fuera una causa para que el gobernante hiciera un buen papel en sus funciones o más aún renunciara a su cargo, entonces podría empezarse por suponer que el país tendría que encontrarse en la actualidad en un adecuado estado de bienestar público o más aún sin el titular del poder ejecutivo, y a la fecha simplemente no ha ocurrido ni una ni otra cosa.

Los promotores de la anulación del voto, han pretendido que la gente piense que en la llamada democracia mexicana, la única oportunidad del electorado para ser escuchados es en la votación, y es precisamente ahí donde se encuentra una de las trampas que debe observarse con mucho cuidado.

Si se observa con un espíritu crítico la evolución de la historia electoral de México, se podrá mirar que una de las elecciones que se ha reconocido que hubo un alto grado de limpieza en el resultado, fue la correspondiente al año 2000, en la que quedó en ese tiempo como ganador de la elección presidencial el señor Vicente Fox; sin embargo, no debe olvidarse que en ese tiempo había existido una presión desde el exterior precisamente para que los comicios electorales fueran lo más limpios posibles y así se pudiera hablar de una mediana legitimidad en los gobernantes. Por lo tanto, era un imperativo de los grandes capitales que existiera una elección que “pareciera” lo más limpia posible, como así lo expresó alguna vez algún gobernante de triste recuerdo, a efecto de que al existir un ambiente de legitimidad se pudieran promover diversos avances en la tan traída “reforma estructural” que tanto mencionan los ideólogos del neoliberalismo. Ello nos hace darnos cuenta que el electorado no es “escuchado” en la elección, sino que se convierte en un instrumento de control para los intereses de diversos grupos de poder. Ante tal concepción, precisamente debe observarse con mucho cuidado la razón de que se promueva a través de diversos medios, e incluso erogando cantidades de dinero, una campaña de anulación del voto.

En esta tónica, debe empezar por preguntarse ¿a quién verdaderamente podría convenir la anulación del voto?... si la causa de la anulación del voto son los pésimos resultados por parte de los gobernantes, entonces de entrada quiere decir que la anulación del voto es contra quienes detentan actualmente el poder; sin embargo, tendría que preguntarse ¿qué ha sucedido, por ejemplo en el Congreso de la Unión, con quienes no detentan el poder mayoritario?, ¿cuál ha sido su postura ante las reformas propuestas o impulsadas por el ejecutivo en diversas materias, como por ejemplo la fiscal o la penal, respecto de los intereses de los integrantes de cada Distrito?... esto nos lleva a entender que no todos son los malos de la escena y siempre hay algunos que están trabajando por tratar de defender los intereses del electorado. Por lo tanto, si esos opositores del sistema incrementaran su presencia en el Congreso, entonces se convertirían en impulsores de cambios que no necesariamente coincidirían con quienes han detentado el poder a sus anchas en la actualidad; por lo tanto, sonaría lógico suponer que ante la posibilidad de que el electorado vea a esos políticos como una opción para lograr un verdadero cambio, entonces se intente enfocar el pensamiento de un importante sector medio de electores que normalmente tienen una tendencia a pensar más sobre el sentido de su voto hacia la acción de que anulen su voto. Para ello, debe recordarse que precisamente en la elección presidencial del año 2006, la campaña del partido blanquiazul se enfocó de manera muy importante hacia ese sector de nivel medio que define su voto poco tiempo antes de la fecha de votación con el objeto de darse la oportunidad de razonar qué les puede convenir más, y recordaremos que surgió una campaña de desprestigio hacia la persona del señor López Obrador que en los inicios de los tiempos de campaña era quien se perfilaba como la posible mejor opción para mucha gente de ese sector medio del electorado… y todos sabemos que esa campaña de desprestigio llevada a cabo a través de los medios electrónicos como principalmente televisión e Internet, fue logrando que un gran número de ese sector medio se formara la idea de que el entonces candidato de la coalición por el bien de todos era un “peligro para México”, a efecto de que la gente fuera a votar por alguien que no fuera esa persona, y es de conocimiento público que esa estrategia indudablemente le generó muchos votos a diversos partidos que se mostraban como la opción a elegir.

En la actualidad se tiene un gobierno con resultados poco deseables, que no ha logrado, aunque lo haya intentado, consolidarse en un ámbito de legitimidad llamando en diversas ocasiones a la unidad en torno de la figura presidencial, lo que indudablemente no se ha logrado y más aún han surgido diversas voces que han señalado no sólo las ineptitudes y corruptelas nacidas en lo que va del presente gobierno, sino también las que surgen desde el pasado y que salpican al actual; es por ello, que la inconformidad de esa parte del electorado con lo que representa el oficialismo actual, da como resultado el ánimo de ver un verdadero cambio que lleve al país hacia una verdadera estabilidad económica y social, y ese cambio fácilmente se pude traducir en un voto de castigo hacia lo que se tiene en la actualidad, de manera que los opositores ganen un mejor posicionamiento en el ámbito político. Es por eso, que resultaría lógico suponer que es mejor canalizar el voto del electorado hacia un “voto de protesta”, en lugar de que exista un voto legítimo que permita el apoyo para que un candidato opositor se logre consolidar.

Por otro lado, resulta una ingenuidad suponer que la anulación del voto se convertiría en un elemento para que tanto los funcionarios electos como los que continúan en funciones cambien sólo porque se les pretende imponer un “castigo”; un ejemplo de lo que se comenta, sería el imaginar a un león, que por ser “agresivo” se le pretende “castigar” con dejarlo sin comer por dos semanas, ¿realmente cree que el león cambiaría su actitud?, seguramente no sería así y más aún, se volvería más agresivo, porque simplemente el león estaría obedeciendo a su propia naturaleza. Lo mismo sucede en México, el cambio en los gobernantes no se puede dar con un simple “castigo” en la elección, sino que se trata de un problema de nivel más profundo, es una cuestión de ética, de mentalidad, de cultura, de formación personal tendiente a sentir la importancia del servicio público con una justa medianía en el ingreso personal.

Indudablemente que si la anulación del voto se hace por convicción personal y no como el resultado de una campaña guiada por intereses obscuros, ello puede ser una opción; sin embargo, también debe considerarse que el voto debidamente razonado es una opción legítima, y si se pretende ejercer un verdadero impacto en los gobernantes, que les lleve a ejercer sus funciones a favor de la ciudadanía, entonces es necesario entender la importancia de que el pueblo aprenda a conducirse en un ámbito diario de legalidad, justicia y honestidad personal, fomentando valores de respeto y paz tanto entre la comunidad vecinal como incluso en el entorno familiar, sobretodo a organizarse para estar observando que las tareas de gobierno se lleven a cabo de manera adecuada, y si la propuesta de una reforma legislativa se considera inadecuada, entonces acercarse con el diputado en funciones y presionarle para que explique los extremos de dicha reforma, cuál sería y porqué el sentido de su voto, y que escuche la opinión del electorado… con eso, pueden empezar a generarse los verdaderos cambios y un mayor respeto de las autoridades por la opinión ciudadana; por ello, debe considerarse que la desorganización y la disipación mental del pueblo respecto de los asuntos cotidianos de la sociedad, sólo generarán que las cosas sigan igual o peor de cómo están.

Saludos.